1.5. Los últimos momentos de Miguel de Cervantes

Hasta el último momento de su vida, Cervantes no dejó de escribir, no dejó de perfilar su vida en papel. Emociona pensar que “con un pie en el estribo” todavía prometa nuevas obras, nuevas criaturas de su ingenio. Escribir es vivir y vivir solo parece tener sentido cuando uno se vuelca en la escritura, en la vida real de esos personajes de ficción que creó Cervantes a lo largo de su vida. Los trabajos de Persiles y Sigismunda solo verán la luz un año después de su muerte.
 
Miguel de Cervantes, que murió y fue enterrado en el convento de las Trinitarias casi en soledad, no ha dejado de vivir desde entonces a partir de sus obras, a partir de sus personajes. En especial, a partir de su don Quijote, cuya representación se ha convertido casi en espejo del propio Cervantes. Los dos muertos en el lecho. Uno recuperado de la locura por la lectura continua de los libros de caballerías. El otro enloquecido de palabras, de todas las que nunca pudo escribir, de todas las que le daban la vida.