VIDA DE MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA (1547-1616)


Nace en 1547 en Alcalá de Henares, de padre cirujano barbero y sordo de nacimiento, y de madre  acomodada propietaria rural, el cuarto de siete hermanos. Buena parte de su vida es un misterio pues  o se tienen datos documentados, solo conjeturas y meras deducciones de sus personajes literarios. Su padre ejerce con poca fortuna su profesión, y buscando mayor  prosperidad, sólo o en compañía de la familia, peregrina por Valladolid, Córdoba, Sevilla y Madrid. Se desconoce si Miguel vivió en Andalucía, donde se había establecido su familia paterna, de linaje remotamente galaico. El humanista López de Hoyos (del que fue ”caro y amado discípulo”) edita en 1569 en Madrid sus primeras poesías. Entre 1569 y 1580 su vida transcurre en Italia y Sicilia, donde sienta plaza de soldado en los tercios. Tras su paso por Roma y Nápoles, pelea valiente y orgullosamente en la naval de Lepanto (1571), donde un arcabuzazo le deja inválido de la mano izquierda. Toma parte en otras acciones bélicas en el Mediterráneo y plazas norteafricanas bajo el mando de don Juan de Austria. La galera que le traía de Nápoles a España en 1575  es apresada por corsarios berberiscos.

Sufre cautiverio (1575-1580) en los baños de Argel durante cinco años y un mes, de donde intenta cuatro veces evadirse. En 1580 los trinitarios entregan su rescate, lo que arruina el patrimonio familiar y merma la dote de sus hermanas. Es su adiós a las armas y después de doce años retoma su vida en Madrid. Solicita sin éxito un empleo en América. Respuesta: “busque por acá en qué se le haga merced”. Retorna a las musas con la publicación de La Galatea en 1585. Intenta la aventura de su pasión  teatral y consigue representar varias comedias, hoy perdidas salvo El trato de Argel y El cerco de Numancia, pues el teatro triunfante de Lope de Vega no  deja espacio al suyo. En 1584 nace su hija Isabel, fruto de su relación con la cómica Ana Franca, y ese mismo año casa en Esquivias, un lugar de la Sagra toledana, con Catalina de Salazar y Palacios, dieciocho años más joven y con una buena dote. En este pueblo residió y tuvo su único hogar y donde quizá algún hidalgo sosegado y tronado le inspiró el personaje del loco de su obra maestra. 1587-1601: se establece en Sevilla empleado como comisario requisador de abastos  de aceite y trigo para la Armada de Inglaterra, y luego para la Real Hacienda. Fue algo parecido a un moderno funcionario medio de hacienda o defensa, trabajando en la logística militar, y ejerció de consultor privado, gestor administrativo y contratista de la Corona, “pues era hombre habilidoso en tratar negocios y hacer amigos”.

Viajante excepcional por necesidad profesional, recorre los caminos, ventas, pueblos y  ciudades del Andalucía (Écija, Osuna, Morón, Estepa, Cazalla, Úbeda, Baeza, Montilla, Jaén , Andújar, Loja, reino de Granada), con estancias en Esquivias y Madrid. Es excomulgado y encarcelado en Castro del Río y en la cárcel de Sevilla, en 1597, donde pena tres meses por la bancarrota fraudulenta de un banquero envuelta en oscuros desacuerdos contables. Conoce en sus carnes el mundo picaresco del hampa y del juego. El hermano con el que había compartido cautiverio muere en 1600 en Flandes, en la batalla de las Dunas de Nieuport. En 1603 se traslada con su familia, compuesta solo por mujeres, a Valladolid, nueva Corte. En 1605 asesinan delante de su casa al caballero Ezpeleta. Ajeno por completo a un crimen que la justicia corrupta tapa, le salpican las declaraciones de testigos maldicientes, que ponen en evidencia su honorabilidad y la de sus hermanas, sobrina e hija, que al parecer era analfabeta. A finales de 1604 se imprime muy malamente la 1ª parte del Quijote, que aparece con fecha de 1605 y que obtiene un éxito fulgurante, conociendo, finalmente, una cierta fama literaria incluso fuera de España, pero no dinero. Regresa por esas fechas a Madrid con toda su familia a cuestas, donde vive en humildes domicilios de los barrios de Atocha, Antón Martín y las Huertas. A pesar de ser “poetón ya viejo y pobre”, participa en las academias de la república literaria. Se puede calificar de prodigiosa la década 1605-1615, pues despliega una intensa e insólita actividad literaria, y probablemente realiza también  trabajos editoriales.

Publica las Novelas ejemplares en 1613, el Viaje del Parnaso en 1614 y las Ocho comedias y ocho entremeses y la segunda parte del Quijote en 1615, y termina Los trabajos de Persiles y Sigismunda en 1616, publicada póstuma  en 1617, y cuya emotiva dedicatoria está escrita tres días antes de su muerte, el 22 de abril de 1616 en la casa de la calle del León, poco más de una semana después que la de Shakespeare, de una hidropesía causada quizá por diabetes o cirrosis. Pías costumbres de la época propias de un hombre piadoso: ingresa en la Congregación de los Esclavos del Santísimo Sacramento. Se le dio sepultura, con el sayal franciscano de la Venerable Orden Tercera, como hermano cofrade que era, en el vecino convento de las Trinitarias.  

Casi toda su vida coincide con el reinado de Felipe II (a cuyo túmulo dedicó un famoso soneto) y de Felipe III. Prácticamente toda la documentación archivística existente sobre Cervantes es administrativa y contable y apenas informa sobre su vida externa ni sobre su carrera literaria  ni tampoco acerca de su personalidad humana. Desconocemos hasta cómo era su vera efigie, pues el retrato más conocido, atribuido a Jáuregui, es una notoria falsificación. No firmó ningún ni documento ni impreso con el don delante de su nombre, como hacía por ejemplo Quevedo, y usó un  misterioso segundo apellido, que en árabe dialectal quiere decir brazo defectuoso. ¿Sublime ironía o casualidad? Se tiene noticias de obras suyas perdidas, inéditas o quizá meros borradores, como Las semanas del jardín, La confusa, El engaño a los ojos, La batalla naval o El famoso Bernardo, y no se ha conservado ningún manuscrito autógrafo digno de mención.

Las interpretaciones de la vida de Cervantes han estado condicionadas por el espíritu, mentalidad y prejuicios de cada época. El primero que publica los documentos cervantinos fue Cristóbal Pérez Pastor, al que siguieron la documentada biografía de L. Astrana Marín y los eruditos trabajos de A. Castro, J. Canavaggio, F. Rico, K. Sliwa y de tantos otros. Así como se sabe todo de Goethe,bde las vidas de Cervantes y de Shakespeare no se sabe casi nada cierto y documentado, y ambas están sumergidas en el misterio, lo que propicia teorías peregrinas y disparatadas.   

 
Eduardo Anglada Monzón
Servicio de Información Bibliográfica
Biblioteca Nacional de España