En el Viaje del Parnaso, un Cervantes desengañado y pesimista consigue que el dios Apolo le reciba junto al ejército de buenos poetas, vencedores del combate alegórico que ha enfrentado a la buena y a la mala poesía, pero se queja de no haber encontrado asiento y tener que permanecer en pie mientras otros disfrutan cómodamente de la victoria.
Si el lector entra en la Biblioteca Nacional de España y sube por la escalinata principal, verá cómo Cervantes continúa de pie, a la derecha de la portada, por obra del escultor Juan Vancell, que creó su figura hacia 1892 en esa posición, sin ni siquiera haberle ofrecido la capa que el propio Apolo le sugirió que utilizara para sentarse y de la que el autor ni siquiera disponía.
Pero Cervantes, con capa o sin ella, encontró en la Biblioteca un lugar de honor, desde los tiempos en los que el rey Felipe IV leía sus obras en la Torre Alta del Alcázar a aquellos en los que el futuro fundador de la Biblioteca Real, entonces un niño de diez años, añadía un tomo V al Quijote como parte de su formación escolar.
A continuación se traza la historia de esta presencia en los diferentes ámbitos que ha ocupado. Esperamos ofrecer un panorama lo más completo y exacto, que sirva para ahondar más en la figura de nuestro primer escritor, en la primera biblioteca.
… De par en par del alma abrí las puertas (Viaje del Parnaso, VI, 31)