Un personaje llamado Miguel de Cervantes

Todos creemos saber cuál es el verdadero rostro de Miguel de Cervantes. Pero, ¿cuál es el rostro que recordamos? ¿El que el propio autor esculpió con palabras al inicio de sus Novelas ejemplares en 1613, que no es otro que el de Cervantes personaje? ¿O los centenares de retratos y representaciones que se han ido sucediendo desde 1738 hasta nuestros días, que han ido dando
forma al Cervantes mito? El rostro del Cervantes hombre se nos escapa de las manos y del entendimiento. Es una construcción que vamos haciendo cada uno de nosotros, en ocasiones, mezclando las líneas y los gestos con los de Don Quijote. Las representaciones gráficas que conservamos bien pueden entenderse como el triunfo del Cervantes personaje y del mito, lejos del Cervantes hombre, ese ser casi anónimo durante los Siglos de Oro.

Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada,
de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las
barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes,
la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino
seis, y esos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia
los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño,
la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y
no muy ligero de pies.


(Miguel de Cervantes, Novelas ejemplares, 1613)